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«El 16 de septiembre de 2019 teníamos una cesárea programada. Se internó alrededor de las 6 e ingresó al quirófano cerca de las 8. Durante la cesárea, que yo presencié, ella empezó a manifestar que tenía muchos dolores de cabeza. Yo quedé intranquilo porque sabía que algo no estaba bien. Mientras le hacían los controles al bebé, escuché que un médico decía, desde el quirófano donde le habían operado, que retiren el frasco, que tenía los mismo síntomas que la paciente anterior. Porque lo que le pasó a Natalia también le pasó a otra señora, de apellido Ramos, una hora antes», contó Marcelo, el viudo de Natalia .

«Natalia ingresó a la clínica sin problemas de salud, su embarazo fue normal. Ingresó caminando y salió sin poder caminar», resumió Marcelo.

«Ella no sentía las piernas al salir del quirófano. Después perdió el control de esfínteres, empezó a usar pañales. Y así fue acumulando problemas de salud que terminaron con su muerte. La clínica jamás apareció ni se hicieron responsables. Brillan por su ausencia, por eso estamos acá pidiendo justicia

«La única persona que habló con nosotros fue el anestesista, Dr. Diego Olivera, que al pasar las horas y que ella no recuperaba la movilidad de sus piernas, que podía haber sido la anestesia. Nos dijo que tuvo que haber sido eso, porque tanto Natalia como Viviana (la otra paciente que quedó paralítica), tenían diferentes médicos, lo único en común era la anestesia. Él nos hizo como un cuentito de que pudo haber sido en el transcurso de traer la droga le pudo haber dado mucho el sol y que eso pudo tener consecuencias», relató Marcelo.

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