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6 de Febrero, 2024

De manera sorpresiva y poco clara Argentina se retiró del Proyecto SPRINT, una iniciativa académica-científica dirigida a medir la presencia de residuos de agroquímicos en el ambiente y las personas, que es financiada desde 2020 por la Unión Europea.    

Argentina ingresó al consorcio de instituciones científicas que llevan adelante el Proyecto en el año 2021, cuando empezaron a realizarse las primeras mediciones a cargo de la doctora Virginia Aparicio. La participación del país se hizo a través del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).

SPRINT que en sus siglas en inglés significa Transición Sostenible de Protección Vegetal, Un Enfoque de Salud Global; es un relevamiento que se extenderá hasta el 2025 y busca «evaluar los riesgos e impactos en el medio ambiente y la salud humana a los efectos de acelerar la adopción de soluciones innovadoras reales, hacia una protección real en el contexto de un enfoque de salud global».

La salida imprevista del proyecto por parte de Argentina estaría asociada a los resultados comparativos adversos que la posicionarían encabezando índices de contaminación con pesticidas por encima de los países europeos, sólo superados por los Países Bajos.  

Sin una explicación fundada el entonces presidente del Consejo Directivo del INTA, Mariano Garmendia, anunciaba mediante Resolución firmada el 7 de diciembre pasado (días previos a su renuncia), el retiro de la Argentina del relevamiento, del que también participan Dinamarca, Croacia, Eslovenia, Francia, Portugal, España, Italia, Suiza y República Checa.

A partir de los informes publicados y hechos públicos a nivel internacional, pero que Argentina no los hizo oficial, queda en evidencia que el país presentó las cifras más altas de las reportadas por todos los países intervinientes.

Del muestreo en Argentina participaron 73 personas. De las cuales, un tercio eran consumidoras; un tercio habitantes de pueblos pequeños y «vecinos de productores»; y un tercio productores agropecuarios, de los cuales la mitad usa plaguicidas y la otra mitad trabaja agroecológicamente. Se tomaron pruebas en ambiente, alimentos, granos y muestras biológicas en animales.

En los informes publicados queda detallada la siguiente información. «El total de participantes argentinos presentó un rango de 6 a 13 plaguicidas en orina, un rango de 2 a 10 plaguicidas en sangre y un rango de 0 a 18 plaguicidas en materia fecal». En los ambientes en los que esas personas se mueven a diario, «el total de participantes argentinos presentó un rango de 7 a 53 plaguicidas en las pulseras de detección de contaminación ambiental». 

En alimento para animales, en «un rango de 5 a 25 plaguicidas». En suelos, «el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 0 a 12 plaguicidas en suelo». También en agua superficial (en la zona de trabajo de SPRINT) en «el total de muestras analizadas presentó un rango de 10 a 28 plaguicidas».

Comparativamente, los resultados señalan que hay presencia del herbicida Glifosato, en orina en el 86,1% de los argentinos muestreados y en el 35,2% de los europeos, mientras al analizar las heces humanas se detecta ese plaguicida en el 70,5% de las personas residentes en Europa y en el 100% de los bonaerenses.

Para el caso del clorpirifos, el 3,7% de europeos tiene en sus heces ese tóxico, mientras que para la Argentina el número asciende a 37,7%.

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