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Sus hits son temas de la vida cotidiana. Una separación «Por culpa de un celular», un permiso para que la «guayna» lea el WhatsApp del novio y la crisis que golpea fuerte a quienes viven cerca de él. Llama la atención de un público fiel.

Enfrenta la vida con el humor del que conoce su origen y sabe muy bien dónde está. Cuenta con modestia que tiene entre 40 y 50 letras de canciones, que volcó en 11 discos de vinilo, varias decenas de compactos y alguna que otra grabación en cassettes.

Desde su presencia en Las Espuelas de Plata, a la identificación como «Tallarín» José Ramírez, hizo un repaso de su vida con época y allí contó que su padre no tuvo mas remedio que «entregarlo» a una familia de San Luis del Palmar para que pueda terminar la primaria y estudiar la secundaria.

Desde sus orígenes tocando junto al padre para las fiestas patronales, a tener una cuenta de Tik Tok, sin dejar de lado Instagram, Facebook y Twitter, a la elección de tocar sólo con contratos para casamientos, aniversarios y cumpleaños, sin olvidar que de joven fue albañil, trabajó en una fábrica de carbón y su humor siempre está presente cuando cuenta que dejó de ser electricista porque una vez recibió una patada muy fuerte.

Es dueño de un estilo inconfundible y se puede apreciar su corazón solidario, narró que visita merenderos para cantarle sus ocurrencias, como «Por culpa de un celular». O su más reciente creación: «El otro me encontró con mi mujer». O bien, cuando le donó el ventilador a la madre del joven ladrón que entró a su casa a robarle.

Un hombre que le cuenta sus vivencias a su vino en días de lluvia, que lo inspiran para sus chamamés que hacen retozar al público que hace el aguante a los artistas de la madrugada en la Fiesta Nacional del Chamamé.

José «Tallarín» Ramírez, un chamamecero que te explica cómo son los barrios correntinos en acordes de guitarra.

En la otra vida, cuando no está con la guitarra ¿qué hace?

En la otra vida, eso es lo feo. Hay que changuear, lamentablemente. En la música, si no sos muy conocido, tenés que tener suerte, conseguir muchos bailes, entonces podes andar y vivir de la música, pero yo no, vivo de mis changas, soy albañil, herrero y electricista, lo que dejé porque un día me pateó muy grande.

Pero hay que pucherear en esta vida, desde chiquito empecé así. En San Luis del Palmar mi papá me entregó a un señor, Antonio Rodríguez, con él hice la secundaria hasta tercer año, después me vine para acá porque tenía un problema de corazón que me descubrieron en el Hospital Escuela.

Empecé con la albañilería, también trabajé en una carbonería pero tuve que dejar porque me hacía mal por el tema del corazón y me dedique a la construcción. En eso trabajé mucho tiempo hasta que me operé, en el 2004 me pusieron una válvula mecánica y hace 18 años le vivo peleando a la vida.

Vivió saltando de oficio en oficio, pero nunca dejó la guitarra…

La guitarra siempre estuvo conmigo.

¿Por qué?

Porque de chiquito le acompañaba a mi papá en los casamientos, desde los siete años. En reuniones éramos los músicos del campo, éramos el soporte de los músicos de mil novecientos antes, y el arranque de la fiesta hasta que llegaba el músico principal.

Lo que se dice telonero…

No, yo era carbonero entonces.

¿Hay diferencias entre el músico de campo con el de la ciudad?

Los que somos de campo sabemos lo pesado que era actuar en esas fiestas. Nos llevaban en camioneta hasta donde se podía llegar y después a caballo, era un solo micrófono para el conjunto. Ahora con la tecnología que hay es más fácil, cualquiera hace un chamamé y encima les gusta aunque no esté bien hecho.

Para nosotros era más difícil con Espuelas de Plata en 88, 89, cuando teníamos que ir a Radio Corrientes, había que afinar bien tu guitarra, hacer bien las cosas, sino no entrabas.

Sus creaciones hablan de las cosas cotidianas en los barrios…

Eso de mis temas vino después. Ahora tengo un tema nuevito para un amigo que me contó, vive solo el tipo, llegó la guayna y los perros no le ladraron, y dejó el celular en la cama para preparar el mate. La chica se sentó en la cama y llegó un mensaje. Le puse «Tallarín» para no mandar al frente a mi amigo que le dio Me gusta a una chica que le agradeció tanto que la visita se enojó y se fue sin tomar mate. Ya hice el tema que se llama «Por culpa de un me gusta» y cuenta la historia verdadera.

Sus composiciones también hablan de la realidad con el tema «Coronavirus», que tuvo trascendencia nacional y en la Fiesta Nacional del Chamamé lo invitan a multiplicar sonrisas…

Lástima que actuamos muy tarde, vamos a ver si podemos arreglar el horario, también son pocos minutos porque a mí me gusta contar la historia de dónde viene el tema.

Tengo también uno que ya está terminado: «Me bloqueó la tóxica», por culpa de Facebook. Un montón de temas inéditos tenemos.

¿Lo vamos a escuchar en la Fiesta Nacional?

Vamos a ver si estamos.

¿La gente siempre se acerca a contarle sus historias para inspirarlo?

Si la gente sabe que con algo tenemos que salir. Lo que más espera la gente es «La Galopera» para los políticos.

¿Tuvo alguna repercusión negativa por eso?

Sí, alguna vez alguien se enojó y en algún lugar me pidieron que deje de hablar pavadas. Pero nunca ofendí a nadie, «La Galopera» mía no da nombres.

¿Cómo fue armar al conjunto para las actuaciones?

Son amigos que se adaptaron, mi sobrino Diego Ramírez y Fabián Ávalos, ahora tengo un sobrino de 11 años que ejecuta muy bien, yo le doy la melodía y se adapta rápido. Yo armo las glosas, hago el pase, cabeceo y meto el gol.

¿Cómo se lleva con lo moderno, con las redes sociales?

Muy bien, tengo Instagram y me manejo mas o menos, con Tik Tok estoy ahí y lo manejo yo, también tengo Facebook.

Contó que cuando era muy chico su papá lo mandó con un señor, ¿cómo fue eso?
Sí, eso pasó. Entiendo a papá también, porque era pesada la vida en el campo, éramos ocho hermanos, era difícil vivir si no tenías trabajo o había que trabajar en la arrocera y yo no quería.

El maestro de campo le dijo que yo andaba muy bien en la escuela, en el jardín ya sabía las tablas, en tercer grado sabía leer muy bien y le dijo a mi papá: «Yo le puedo conseguir un lugar con una familia en San Luis», y bueno, ahí terminé la primaria; hice la secundaria hasta tercer año.

¿Cuántas composiciones tiene?


Entre 40 y 50 temas, tengo también once discos, 25 discos compactos y cuatro cassettes.

¿Cómo se vive la música en su familia?


A mi hija le gusta Shakira. Ella toca el bajo y ahora está estudiando arquitectura y dejé que se dedique a eso.

La sacó del camino de la música…


No, siempre está y toca sólo en las reuniones familiares, porque es media tímida, no salió al papá.

Nos enteramos que lo asaltaron y al final le dejó el ventilador a la madre del ladrón…


Sí. Le doné a la mamá del pibe que entró a casa, porque tenía un bebé de tres años y no tenían ventilador, cuando lo recuperamos de la comisaría, se lo entregamos a la señora.

Lo de los robos pasa mucho en los barrios…


Estamos pésimos en tema de seguridad. Pasa mucho que la gente no se puede descuidar, que no se puede salir de noche y no hay iluminación en los barrios de calle de tierra. No se le puede culpar a la Policía porque a veces es imposible entrar y Corrientes es inmensa.

¿Cuál es su momento de inspiración para escribir?


Cuando está lloviendo…

¿Cuál es el futuro que tiene pensado «Tallarín»?


Ahora estoy trabajando con los merenderos, voy a buscar nuevos valores, porque en esos lugares hay gente que sabe tocar y voy a cantarle mis temas, a entretenerlos un rato. Ellos escuchan y se ríen.

También hago lo posible para ir a visitar a gente que me quiere conocer, gente que me cuenta que su papá no se puede levantar y yo voy a cantarle, a hacerle pasar un buen rato.

 

¿Cómo es su vinculación con el mundo de la producción chamamecera? ¿Lo invitan a bailes, recitales?


Viajo mucho al interior, acá en Corrientes no tanto. Ya no me dedico más a los bailes, sí a fiestas familiares, cumpleaños, casamientos, aniversarios de casamiento. Porque es más seguro, porque en los bailes tenés que esperar que haya gente, te dicen que no entró la cantidad que esperaban, que vino SADAIC. Por eso no voy, porque yo soy de trabajar en forma igualitaria con los muchachos.

«Dieguito» Ramírez, «Josecito» Galván y Fabián Ávalos.

¿Qué le cuenta a su vino en esas noches de lluvia antes de sentarse a escribir?


Primero le bajo un traguito, empiezo a revisar el WhatsApp y me cuenta la historia de un señor que es embarcadizo, que volvió antes de los seis meses, le golpearon la ventana y él estaba adentro del barco y se volvió a su casa. El título ya lo tenemos: «El otro me encontró con mi mujer» y cosas por el estilo. Por supuesto que sin ofender a nadie.

Y usted ¿qué le cuenta a su vino?


Me inspira también, te da un poquito más de ingenio para componer, ideas nuevas, recordar esas juntadas que hacemos con amigos que son viejos tomadores y cuando llego a casa me relajo y junto lo que vi y voy armando algunos temas.

¿Ahora la música le da para vivir o siempre trabaja en otra cosa?


Cuando sale algo, siempre estamos trabajando en algunos eventos privados.

¿Se prepara para la fiesta del chamamé?


Si me avisan con tiempo me organizo, pero tengo prácticamente todo preparado, nos juntamos y siempre cumplimos.

Galopera

Chamamé «maceta» suelen decirle al estilo que con desenfado practica José «Tallarín» Ramírez. Hace una versión propia de «La Galopera» y en esa versión habla de la falta de respuestas que tiene la clase política y sus canciones tienen repercusiones en el mundo cibernético.

Su explicación de lo que fue el encierro por el coronavirus fue viral en Tik Tok y sus seguidores se cuentan por miles.

Nada mal para el gurí que tenia «más bocho», de ocho hermanos, que por eso fue llevado al pueblo y asegura que sus canciones las hace sin ánimo de ofender a nadie.

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